lunes, 13 de enero de 2014

SE ME PERDIÓ LA PAZ!




 La paz… ah la paz! Todos, todos los seres humanos, a lo largo de todos los tiempos Hahn buscado y buscarán la paz. Insomnio, estrés, fobias, depresiones, problemas de salud, dificultades en las relaciones personales, (y la lista sigue y sigue) son consecuencia de la falta de paz. Todos anhelan la paz: el niño y el adulto, el hombre y la mujer, la persona decente y el delincuente; nadie es ajeno a esta búsqueda!
Pero cuando nos encontramos con Jesucristo, nuestra vida cambia, y con el transcurso del tiempo aprendemos que Jesús nos dejó, nos dio esa paz que tanto estábamos necesitando; nos aprendemos de memoria Juan 14: 27La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Nos aferramos a esa promesa, y nuestro corazón, nuestra vida, finalmente se aquieta… encontramos la paz!
Pero un día… un día, por alguna razón que no llegamos a entender, la cosa se complica, nos damos cuenta que de alguna forma, por alguna razón que no podemos llegar a comprender, perdimos la paz! Nos enojamos fácilmente, nos ofendemos, nos sentimos lastimados, nos cuesta dormir, nos obsesionamos con una situación determinada, nos preocupamos por tal o cual problema, nos llenamos de temor por el futuro… se acabó, se terminó la paz!
Que pasó? Jesús nos quitó la paz que nos había dicho que nos daba? O será que alguien vino y nos la robó.
Ni una ni otra cosa. Lo que pasó es que nosotros perdimos esa paz. No hay otro responsable, no hay otra razón, no hay otro motivo; vos y yo fuimos quienes nos descuidamos y perdimos la paz que tanto le costó a Cristo ganar para nosotros.
Como puede ser esto? Bueno, la Biblia nos da la respuesta. Leamos Isaías 26: 3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.”
Por favor, entendamos esto, el secreto de que nuestra paz sea completa y permanente está en que nuestro pensamiento persevere, se mantenga constante, esté  permanentemente puesto en Dios, en su Palabra. Pero no alcanza con esto, hay un requisito más para que nuestra paz sea completa y permanente; no solo que nuestro pensamiento debe perseverar, sino que además debemos confiar en Dios y en lo que nos dice su Palabra. De nada nos sirve tener nuestro pensamiento puesto en Jesucristo y sus promesas si no le creemos, si no confiamos en que lo que Él nos promete es verdad y lo cumplirá.
Entonces, cuando dejamos de tener un pensamiento que persevera en Dios y no confiamos en Él, ocurre lo inevitable… perdemos la paz! Ves? Nadie te la robó, nadie te la quitó, vos la perdiste! Vienen los problemas, las dificultades; aparecen los obstáculos, los escoyos, y con ellos las preocupaciones. Uno ya no se acuerda de Dios y sus promesas, uno deja de lado su Palabra e intenta solucionar por si solo cada situación difícil de la vida. Ya no pensamos en Dios, pensamos en nosotros, nuestros recursos, nuestras ideas, nuestras fuerzas, nuestra propia forma de enfrentar la vida. Quitamos nuestros ojos de Dios y miramos la realidad que nos rodea, y todo está tan pero tan complicado que perdemos la paz.
Cuantas veces perdiste tu paz,  cuantas noches sin dormir, cuantos días en los que solo tenías pensamientos pesimistas y negativos hubieron en tu vida? O quizá sea que hoy mismo estés pasando por este momento. No te confundas, nadie te robó la paz, vos fuiste quien la perdió.
No es tan difícil volver a encontrarla. Es solo cuestión de pedirle al Espíritu Santo que te ayude a tener un pensamiento que persevere en Dios y un corazón que confíe ciegamente en su hacedor. Si lo hacés, si retomás este camino, te aseguro que Isaías 26:3 se ará realidad en tu vida. El Padre, tu Papá Celestial te guardará en completa paz!


RECUERDA: EL FÍN DE TODO EL DISCURSO OÍDO ES ESTE: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. (Eclesiastés 12:13-14).

sábado, 4 de enero de 2014

¿QUIEN ES EL AUTOR?



QUIEN ES EL AUTOR?


Creo que si le dedicáramos el tiempo necesario, podríamos escribir un pequeño libro que contuviera todos los buenos deseos y propósitos que nuestros familiares, amigos, conocidos y aún nosotros mismos publicamos en nuestros blogs, cuentas de Facebook, Twitter y demás redes sociales con motivo de un año nuevo no les parece?
Bien, sobre uno de estos dichos es que hoy les quiero hablar. Dando vueltas por la Red durante estos primeros días del año me encontré con estas palabras: “365 nuevos capítulos para escribir en mi historia... Si Dios está a mi lado TODO ES POSIBLE!”
Cuando la leí por primera vez me pareció una afirmación correcta, pero al día siguiente, al recordarla entendí que había un error, que en realidad no era del todo cierto. Si, es verdad, esos 365 capítulos están en blanco, listos para ser escritos, y eso, sin dudas, es esperanzador. Pero la cuestión es, escritos por quien? Por mi o por Dios. No basta con tener a Dios a nuestro lado como lector, debemos tenerlo a nuestro lado como autor.
Ese día entendí que Si lo que quiero es que las cosas salgan bien, el verdadero autor de cada uno de los capítulos de mi año debe ser Dios, el autor de la vida. Él escribió el primer capítulo de mi existencia y de la tuya, y también tiene finalizado el último, y esto es así nos guste o no, de esta realidad no podemos escapar, es una realidad absolutamente independiente de lo que vos o yo creamos o pensemos.
Pero… y que pasa con el resto de nuestros días? Que pasa con cada uno de los capítulos de nuestra vida que comienza cada mañana al abrir nuestros ojos? Muy simple, muy sencillo, muy impactante: nos ha dejado todo el resto a nuestra elección, somos nosotros quienes elegimos quien será su autor.
Es mi decisión elegir: quien escribirá estos capítulos? Yo?  De mi puño y letra? Yo? Que muchas veces me dejo llevar por mis emociones? Yo? Que muchas veces carezco de ideas, creatividad, ilusiones, sueños? Yo? Que fácilmente me desanimo y soy capaz de dejar una página a medias porque no me gustó como me salieron las cosas? O será que tomaré la decisión correcta  y dejaré que sea Él quien plasme en cada página de mi año su voluntad para mi vida? Será que finalmente pondré en sus manos todo mi año para que Él haga de mí un libro digno de ser leído día a día por quienes me rodean? Será que al fin decidiré que el Supremo Autor sea quien escriba de su puño y letra cada instante de mi vida?
No hay una tercera vía, no existe la posibilidad de coautorías, o lo hago yo o lo hace Él; o escribís vos o escribe Él, el Autor de Autores.
Un consejo? Buscá un sitio en el que puedas estar a solas con Dios y decile: en tus manos están mis tiempos, en tus manos está mi año, acá están cada uno de los capítulos de este 2014 que restan por escribirse. Tomá en tus manos este libro que es mi vida y encargate vos de escribir cada una de sus páginas.

EL FÍN DE TODO EL DISCURSO OÍDO ES ESTE: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. (Eclesiastés 12:13-14).